Desorientado como me hallo,
ansioso, ocioso, desubicado, permanezco de pie, como quien espera que la
solución aparezca por arte de magia, caída del cielo. Me pregunto dónde empezó
a fallar todo, qué es lo que provocó esta cadena de acontecimientos que me han
llevado hasta aquí… Pero me pregunto sobre todo si hay vuelta atrás, si todavía
hay una salida. Algo me hace pensar que sí, estoy cansado de escucharlo, de leerlo,
tantos mensajes optimistas, si quieres puedes, sólo tienes que decidirlo, está
en tu mano, …, es tan fácil hablar o aconsejar sobre cosas de las que no se
tiene ni idea.
En realidad es como un monstruo,
un enorme monstruo que acecha tras de ti. No se esconde en el armario como se
supone lo hacían en tu más tierna infancia. Este cabronazo está justo detrás de
ti en casi todo momento, rechaza todo tipo de sutilezas, incluso puedes sentir
su respiración en tu espalda, un sudor frío te recorre el cuerpo sólo de
pensarlo. Y parece que no tiene intención de marcharse. A veces crees que sí,
en realidad es como un espejismo, un rato de libertad, de esperanza, días
incluso, en que sientes que empiezas a vivir de nuevo. Pero siempre vuelve, tú
te encargas de ello, porque no nos engañemos, eres experto en abrirle la
puerta, diría de hecho que le llamas. Pero, ¿qué puedo hacer?, si no le encuentro
sentido a nada, y estoy tan habituado a su presencia.
Tan sencillo y tan difícil. Destiérralo,
abraza la luz y vence a la oscuridad. Pero, ¿cómo te sientes por dentro? Malestar,
angustia, desdén, apatía, rabia, tristeza son las sensaciones predominantes. De
algún modo tu “amigo” ha implantado su reino dentro de tu cabeza y ahora no
bastará con pedirle amablemente que se marche. Tal vez la solución sea
ignorarle, no dejarle que crezca y medre, alimentado por tus malos
pensamientos. ¿Y sí se trata de eso? Matarlo de hambre, como a un animal
diabólico, una mascota que antaño fue útil, pero que ha terminado por
condicionar toda tu vida. ¿Cruel quizás? Tal vez los pensamientos positivos de
los que todo el mundo habla le ocasionen una indigestión. En ese caso, estaría
demostrando que ese cambio de actitud, esa sustitución de pensamientos
realmente funciona para salir de esto.
¿Pero cómo empiezo?, ¿por dónde? ¿Me
dedico a sonreír y tratar con amabilidad a todas esas personas a las que odio?,
¿comienzo a interpretar un papel? No, creo que no, creo que el cambio debe ser
más profundo, no de una mera modificación de conducta externa. Definitivamente
debo enfrentar al monstruo. Debo de dejar de temerle y de esconderme de él, de
huir y paralizarme por el miedo. Debo mirarle fijamente a los ojos, esos ojos
demenciales inyectados en sangre. Debo contemplarlo, ser plenamente consciente
de su presencia, y una vez aceptado eso, comprender lo absurdo e innecesario de
su existencia.
Ya lo he decidido, debo emprender
un viaje. Viajaré a lo más profundo de mi ser. Todavía no sé cómo, me aterra lo
que encontraré allí, pero creo q es la única manera de dejar todo esto atrás, comenzar
a vivir, y dejar de simplemente existir. Sé quién me espera allí, está deseando
que tengamos una charla, el monstruo, mi monstruo, que no es otro que yo mismo.